El Movimiento Pedagógico, a punto de superar la etapa de reflexión

 

30062022 art 3Cualquiera pensaría que las acciones desde la perspectiva sindical para concientizar al maestro, deberían ser un proceso casi que innecesario, porque ser maestro equivale a ser consciente de todo lo que conviene a esta humanidad, pero no es así, nos toca subrayar los versículos del libro sagrado que contiene la misión del maestro en esta sociedad, pero esta no es una misión de muchos, como quisiéramos, porque es tan grande el ejército de maestros que aún no tienen el más mínimo conocimiento, de que dentro de nuestras huestes sindicales, existe un movimiento encaminado a recuperar los aportes de la pedagogía mundial y el acervo latinoamericano que va desde Simón Rodríguez a Paulo Freire, que unifica de manera integral las políticas públicas y los maestros en sus prácticas cotidianas. El “yo” maestro que involucra lo que represento para la escuela y para la sociedad, no reconoce el sentido de mi ejercicio, por lo tanto, mi andar cotidiano en el aula es una validación de la visión “práctica” e instrumentalista que aún se le asigna al maestro como operador y administrador del currículo.

Deberíamos saber con certeza, qué suelo pisar y hacia dónde mirar, cada vez que los maestros asistimos a un taller para profundizar en la construcción de una nueva escuela, casi siempre direccionada su metodología y didáctica hacia los propósitos de la banca mundial; son los espacios donde nuestra voz debe hacerse sentir, no para imponer sino para consensuar los lineamientos de un modelo pedagógico que no responda al modelo político del estado. Es ahí, donde aparecemos los maestros inquietos, que estamos sensibilizados y con ansias de proyectar el movimiento pedagógico, este debe ser una condición de vida que involucra una nueva visión del maestro en su rol, en la sociedad de la democracia. Este tiempo de cuatro lustros de reflexión debe dar paso a la acción. Los que hemos llegado hasta aquí, no debemos ser convocados para discursos de concientización, porque llegó la hora de que se nos convoque para que fluyan las propuestas alternativas de didácticas, de metodologías de currículos, no dejemos convertir el movimiento pedagógico en una idea protesta donde somos conscientes de proyectarlo, pero no alcanzamos a cuajar las acciones que lo pongan en verdadera práctica.

Son 40 años de reflexión sobre el papel del maestro, sobre la pedagogía como ciencia de nuestro ejercicio, del sometimiento y dominio del maestro por un sistema que lo jalona como una extensión tecnocrática de sus políticas.

El tiempo de la reflexión es el último estadio para la verdadera introspección de los propósitos del movimiento, atendiendo que, en los fundamentos del pensamiento crítico, cuando reflexionamos lo que pretendemos conocer, esto se convierte en propiedad de nuestras mentes.

El papel pedagógico, intelectual y político del maestro, debe liderar los procesos de formación en las escuelas, para oponerse a los efectos deshumanizantes de la estandarización, de las competencias, de la pedagogía proyectada desde la banca mundial a través del ministerio de educación.